20 de Octubre del 2023
Job 4:7 “Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?”
Con estas palabras interpela Elifaz a su amigo Job, respondiendo a las quejas que Job hace en el capítulo 3 de este libro notable y de gran profundidad. Es el primero de los libros poéticos.
No sabemos el período en el que vivió Job; ni dónde vivió. Solo sabemos lo que dice en el primer versículo, que Job estaba en la tierra de Uz, pero no se ha podido determinar el lugar concreto donde estaba la tierra de Uz, ni el tiempo de la escritura del libro, ni el lugar donde se desarrolló la acción. Algunos autores concluyen que este libro fue escrito durante el período de los patriarcas y antes del Éxodo.
Este Libro está considerado como una importante obra filosófica, donde se presentan y resuelven numerosos problemas. Por ejemplo: el problema de por qué los justos sufren, las calumnias de Satanás contra la humanidad, enseña sobre la paciencia y el arrepentimiento.
Pero ahora me gustaría enfocarme en la actitud de sus amigos ante la desazón de Job, quien comienza a hablar expresando una amarga queja. Este hombre se encontraba sumido en el más terrible y profundo pesimismo en que un ser humano se podía encontrar. Satanás le había quitado todo lo que tenía, y en ese momento él no tenía nada en qué apoyarse, ni lugar a donde dirigirse, e incluso Dios parecía estar lejos de él en esta oportunidad en particular.
Y Elifaz, que fue el primero de los amigos en hablar, acusó a Job de tener una grieta en su armadura, de tener un talón de Aquiles, un punto débil. Le dijo que esto no le habría sucedido si no hubiera algo radicalmente malo en su vida, algo que él mantenía en secreto. Si seguimos leyendo nos damos cuenta que, Elifaz y sus amigos, no comprendían a Dios, tampoco entendían a Job, y ni aun se comprendían a sí mismos. Este es un llamado de atención para nosotros hoy, si un hermano(a) nos cuenta un problema o vemos que está pasando una situación difícil, en lugar de intentar arreglar asuntos espirituales, no estando calificados para tal labor, solo debemos recordarle que nosotros tenemos un Intermediario, un intercesor ante Dios. Job estaba solicitando un árbitro, un intercesor. Y nosotros ya lo tenemos en el presente. Como dijo el apóstol Pablo en 1 Timoteo 2:5, hay un Mediador entre Dios y los hombres, y Él es Jesucristo.
En lugar de hacer un despliegue de nuestros conocimientos teológicos, nuestra actitud como hermanos debe ser de apoyo, a veces basta con guardar silencio y dar un abrazo reconfortante, ayudar en oración, prestar un servicio y si el problema es económico, desprendernos de nuestro pecunio, para asistir la necesidad de quien lo requiere.
Amados, amadas que la gracia del Señor nos permita seguir: “Creando Puentes” de apoyo entre hermanos.
Le propongo un Punto de reflexión
¿Conoce a un hermano que está pasando por una situación difícil y de dolor?
Pídale al Señor que lo guie sobre cómo ayudarlo, es posible que se sorprenda ante la simpleza de su respuesta.
Que el Señor le bendiga (María Guerrero)

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