24 de agosto 2023
Eclesiastés 2:1-2 “Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?”
En este capítulo 2 de Eclesiastés el Predicador sigue enumerando una gran variedad de actividades y situaciones que, en la actualidad, serían sinónimo de tener éxito, gozar la vida, disfrutar de todos los placeres que dan el dinero y la fama.
¿Quién no quiere vivir una buena vida? La pantalla —tanto chica como grande— nos muestra un mundo de casas elegantes con grandes habitaciones alfombradas, una cochera o estacionamiento con dos autos nuevos, y todo equipado de primera, fiestas suntuosas donde todos son jóvenes y bellos, y corre el licor como agua. ¿Acaso no atrae esa clase de vida? Pero el problema es que la pantalla tiene solamente unos milímetros de espesor y atrás... nada. Esa vida elegante es una ilusión, y las sonrisas se esfuman una vez que se apaga el aparato.
El Predicador lo probó todo. Lujo, bebidas, mujeres, todo lo que un hombre podría pedir. Su conclusión es que “la risa es locura y el placer de nada sirve”.
Su propósito de probarlo todo, dice era “saber, lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo” (v. 3). He aquí las grandes interrogantes del ser humano: ¿Qué es la vida? ¿Cuál es su propósito? Pero, al contrario de lo que piensa la mayoría, la búsqueda del placer es una búsqueda interminable, porque nunca nos satisface, nunca llena ese vacío interno que Dios ha puesto en cada persona.
El Escéptico tiene, por lo menos, la sabiduría de meditar sobre su situación. Se ha dado cuenta de que el placer es un callejón sin salida, que no lleva a ninguna parte. Todavía no nos ofrece respuestas. Quizás porque sólo estamos en condiciones de abrirnos a una respuesta cuando sentimos verdaderamente el problema. Hay placeres superficiales que nunca satisfacen realmente; la verdadera satisfacción viene de otras dimensiones más profundas, como expresa Pablo en Romanos 14:17: “El reino de Dios no es cuestión de comer o beber determinadas cosas, sino de vivir en rectitud, paz y alegría por medio del Espíritu Santo.”
Amados, amadas que la gracia del Señor nos permita seguir: “Creando Puentes” de Gozo en el Señor.
Le propongo un Punto de reflexión
¿Por qué el Predicador siente frustración con lo que otros llamarían “éxito”?
El Predicador se pregunta: ¿Qué, efectivamente, hice en mi vida?
¿Cómo responde usted a esa pregunta?
La verdadera meta del hombre es glorificar a Dios y gozar de su presencia eternamente
Que el Señor le bendiga. (María Guerrero)
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