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Foto del escritorEncuentro con Cristo

El Señor es mi fortaleza

Habacuc 3.19: “Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.


En el Antiguo Testamento los términos “ciudad” y “fortaleza” eran virtualmente sinónimos, pues las ciudades a causa de los enemigos debían construirse en sitios estratégicos (lugares altos) y rodeados de murallas. Nuestro Dios es nuestra fortaleza, pues nos guarda y protege del enemigo, así como lo declaró David “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré, mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (Salmo 18:2). Cuando logramos depositar nuestra confianza en Dios, le adoramos y le seguimos en medio de las dificultades, y perseveramos en él, el Señor no sólo es escudo alrededor nuestro, en él somos inaccesibles para el enemigo.


Otras versiones la traducen la primera parte de este versículo como: “El Señor es mi fuerza”. Una acepción muy pertinente… Él no solo da fuerza ¾como alguien podría poner una moneda en la mano de un mendigo, estando separado de él todo el tiempo¾ sino que “el Señor es mi fuerza”. ¿Y qué significa eso? Es una anticipación de una de las más maravillosas verdades del Nuevo Testamento que el Apóstol declaró cuando dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. “Te basta mi gracia, y mi fuerza se perfecciona en la debilidad”. Bendiciones éstas que vienen a través de la comunión con Dios.


Reflexionemos ahora en la frase: “él hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar”. Esto nos permite concluir que con el poder de Dios podemos caminar en victoria y ser intocables para el enemigo. Los ciervos de las montañas palestinas se destacan por su gracia y ligereza, con sus patas tienen la habilidad de saltar y correr entre las pendientes rocosas (“alturas”). Son las hembras las que se encargan del rebaño, nos dice el texto: “Dios hace mis pies como de ciervas”. Las ciervas en las zonas altas, escarpadas y pendientes, se sienten más seguras, pues difícilmente los depredadores (osos, leones, lobos) pueden alcanzarles para devorar sus crías. Así pues, Dios nos da la capacidad de caminar por sendas seguras, y de rectitud donde el enemigo no nos puede tocar, ni alcanzar.


Amados, amadas que la gracia del Señor nos permita seguir: “Creando Puentes” de seguridad y fortaleza en el Señor.


Le propongo un Punto de reflexión


¿Se siente inseguro respecto de su futuro?


Como el profeta Habacuc, puede confiar en Dios en todo tiempo, esa confianza en Él produce gozo en nuestro corazón, pues sabemos que Dios nos sostendrá y fortalecerá, y él nos impulsará para caminar en victoria.


Que el Señor le bendiga. (María Guerrero)




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