2 de diciembre 2023
Filipenses 4:6 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante del Señor en toda oración y ruego, con acción de gracias”
La ansiedad es un sentimiento de temor, miedo e inquietud, y quién de nosotros, en más de algún, momento pasamos por esta situación, por nombrar algunas: una entrevista de trabajo, decisiones financieras, trámites legales, decisiones del corazón y tantas más; y sin notarlo, este sentimiento nos empieza a quitar la paz, la tranquilidad, nos impide ver lo que tenemos y a recordar lo que no tenemos, acapara nuestra atención y nos quita tiempo y esfuerzo. Es por eso que la biblia nos advierte sobre él y nos da una guía de cómo evitar el vivir afanados: “lleva tus peticiones delante del Señor, en oración ruego y acción de gracias”
La oración es la respuesta, y cuando lo hacemos con fe la oración es sumamente poderosa. Jesucristo mismo en su momento más angustiante en el Getsemaní clamó fervientemente en oración pues sabía lo que tendría que enfrentar en su calvario; la única arma que él tenía para salir adelante, y no era para decirle algo nuevo sino para decirle cómo se sentía. Era para decirle que vendría una tormenta pero que estaba dispuesto a atravesar si era su voluntad; fue a orar para estar en comunión con su Padre, fue a orar para abrir su corazón y decirle cómo se sentía.
Debemos ser imitadores de esta actitud, y apartarnos a un lugar íntimo, abrir nuestro corazón, decirle lo que sentimos, lo que pensamos, pidamos para que nos dé entendimiento y nos de su paz. No pensemos, ni pidamos no pasar por estas situaciones sino más bien buscar constantemente la comunión con Él a través de la oración. No tengamos afanes sino oraciones, no tengamos inquietudes sino mucha comunión con Dios, oremos con gratitud, con certeza, con la seguridad que nuestras peticiones ya han sido atendidas, nada le escondamos porque estamos recurriendo al Señor que todo lo conoce.
Que la preocupación del Señor pueda Crear Puentes de certeza en todos nuestros ruegos.
REFLEXIÓN
No recurramos al hombre, sino sólo a Dios, y de este modo podremos encontrar la paz, donde nuestro corazón y espíritu quedarán sumergidos en su gozo.
Sean muy bendecidos. (Aarón Sánchez)
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