29 de Septiembre del 2023
1 Samuel 15:30 “Entonces Saúl volvió a implorar: Sé que he pecado. Pero al menos te ruego que me honres ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel al volver conmigo para que adore al Señor tu Dios.”
La historia de Saúl pudo haber sido una gran historia; lamentablemente su ambición y su ego se lo impidieron. Volviendo de luchar contra los amalecitas y tras una victoria entregada por Dios, Saúl decide premiarse con parte del botín, desobedeciendo la instrucción que se le había dado, esto produce el desprecio de Dios por Saúl, al punto de arrepentirse de haberlo hecho rey de Israel. Si hacemos una pausa en esta parte de la historia, el castigo a su desobediencia era terrible, difícilmente hoy podemos dimensionar lo que significa el rechazo directo de Dios. En un contexto histórico distinto al de Saúl y que hoy nos cubre la Gracia de Dios, ya que por nuestras constantes desobediencias probablemente no podríamos seguir relacionándonos con Él. Luego de esta reflexión, mirar esta segunda parte es aún más compleja porque en al menos un área de nuestra vida nos confronta directamente. Saúl luego de ser rechazado por Dios y por Samuel, pide perdón pero necesita ser bien visto delante de los ancianos para seguir “como si nada pasara”. La apariencia ante de los demás y cuánto nos preocupamos por lo que otros ven, al igual que Saúl, sin importar lo que Dios realmente ve.
Queremos ser aceptos ante los ojos de otros, y no escatimamos en recursos para lograrlo, hacemos cosas por los demás pero en realidad lo que nos mueve es el reconocimiento para nosotros mismos, buscamos la apariencia de ser amables pero en realidad fingimos con aquel que no nos agrada, nos mostramos de una manera que no somos para que los demás quieran aceptarnos, y así encontraríamos una infinidad de situaciones que nos colocan delante de Saúl como si nos miráramos frente a un espejo. Mantener apariencias y vivir en ellas destruye tal como destruyó a Saúl, hace que sintamos que todo lo que hacemos lo podemos hacer con nuestra fuerza, y dejamos de lado a Dios, como si no importara o no existiera, adornando por fuera nuestras formas, buscando esa aceptación de los hombres y engañándoles a ellos y a nosotros mismos.
Ser quien somos en Cristo y mostrar nuestra identidad en Él abrirá esas puertas que necesitamos abrir, nos dará las relaciones que necesitamos y que nos hacen bien, nos librará de la atadura de ser quien no somos y de esclavizarnos de una apariencia que no es la nuestra. Cristo trabaja en nuestras vidas para ser la mejor versión de nosotros mismos, no necesitamos que nadie más nos acepte si Él nos ha aceptado, y lo que se deba cambiar es parte de ese proceso personal que Él tiene con cada uno de nosotros.
Señor, gracias por aceptarnos tal cual somos, queremos ser gratos ante tus ojos, gracias por liberarnos de las ataduras de las apariencias y las mentiras, te rogamos que cuando nos miren te vean solo a Ti, ayúdanos a desprendernos de aquellas cosas que quisiéramos ser y que no están en tus propósitos, lo pedimos en tu nombre Jesús. Amén
Amados, amadas que la gracia del Señor nos permita seguir: “Creando Puentes” de honestidad en Cristo
Punto de reflexión
¿Lo que ven otros en usted, es lo mismo que el Señor ve?
Que el Señor siga puliendo aquellas áreas en las que no somos honestos y que lo único que importe sea agradarlo a El.
Que el Señor te bendiga. (Paulette Díaz)
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