30 de noviembre 2023
Lucas 12:20: “Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu vida; y lo que has provisto, ¿para quién será?”.”
Quien más acumule tesoros en el mundo, se marchará de esta vida exactamente con la misma cantidad que todos los demás. Al cabo de un billón de años de eternidad, resultará poco importante la cantidad de dinero que hayamos podido acumular durante los más o menos setenta años de nuestra vida aquí.
No obstante, en nuestra sociedad materialista, es sobrecogedor ver lo extendida que se halla la avaricia, y la manera como se va arraigando en nuestras prioridades y relaciones. En el capítulo 12 de Lucas, Jesús se encuentra delante de un hombre que le suplica: “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo”. No sabemos si la reivindicación de este hombre era justa o no. Desde la perspectiva de Jesús esto no importa, sino que está en juego algo mucho más fundamental. Para el hombre en cuestión, es evidente que su parte de la herencia tenía más importancia que una relación con su hermano que fuese aceptable a Dios. Jesús no sólo insiste en que no ha venido para hacer de árbitro en cuestiones secundarias como esta (12:14), sino que advierte: “¡Tened cuidado! Absteneos de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.” (12:15).
Después viene la parábola del agricultor rico cuya creciente abundancia de trigo almacenado hace que se plantee construir almacenes aún más grandes. En nuestra cultura, este individuo podría perfectamente ser representado por un constructor, o creador de programas informáticos o bien un agente inmobiliario. En una cultura que se obsesiona por los bienes presentes, es preocupante ver con qué facilidad los creyentes pueden verse arrastrados por la misma vorágine de avaricia. Lo que comienza siendo una resolución a esforzarse al máximo para Cristo, puede degenerarse y acabar por ser una obsesión egocéntrica por competir y por adquirir más y más. Puesto que todo el mundo se deshace en cumplidos por lo bien que te va, no oyes la voz de Dios.
El problema no son las riquezas en sí. La Biblia nos habla de muchos ricos que usaron sus riquezas para Dios, personas que no estaban tan apegados a sus riquezas como para que se convirtieran en un dios alternativo.
Amados, amadas que la gracia del Señor nos permita seguir: “Creando Puentes” de valores verdaderos.
Te propongo un Punto de reflexión
¿Cuál es nuestra postura frente al dinero?
Es importante que no nos engañamos al respecto, no pensemos: Los demás son avariciosos o avaros; yo soy trabajador y frugal. Los demás son materialistas y hedonistas; yo soy realista y creo que un corazón alegre hace bien.
Mejor meditemos sobre el versículo 21 del capitulo 12: “Así es el que hace tesoro para sí y no es rico para con Dios.”
Que el Señor te bendiga. (María Guerrero)
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