24 de noviembre 2023
Efesios 2:9 “La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo”.
Nadie puede jactarse de ser bueno, lo que Dios nos ha concedido no es mérito de nosotros sino que es un regalo. Esta fue la primera verdad que me impactó de la vida en cristo. Hoy han pasado algunos años, y entendiendo un poco más de cómo se mide el valor de las personas en el mundo, encuentro la lógica que esto tiene… para la humanidad. Caín entregó el fruto de sus actos como ofrenda, pudo entregar lo que sacó de la tierra con mucho esfuerzo, pero no fue grato a Dios. Su corazón, posiblemente muy similar al corazón que refleja el mundo en la actualidad, representa una entrega limitada a “lo propio” como si pudiéramos darle algo a Dios que no sea ya de Él, no entendiendo que nosotros solo damos en gratitud parte de lo que recibimos.
Socialmente nos cuesta recibir ayuda desinteresada, o regalos sin motivo (como un cumpleaños por ejemplo), y con esto anulamos a quien nos quiere mostrar su afecto y amor por medio de ese presente (no relacionado a un costo si no a un gesto). No recibir la gracia entendiéndola como un regalo de parte de Dios, es anular su poder, perdón y misericordia con nosotros. El sentirnos capaces de igualar esa ofrenda con algo que podamos hacer es similar a decirle que su vida, entregada en la cruz, es similar a que “seamos generosos”, “ayudemos al pobre y la viuda”, o en ejemplos más extremos “vayamos a la iglesia los domingos”.
Recibir el regalo de la Salvación no es fácil de entender usando la lógica humana, es por medio de su Espíritu que podemos entender nuestra condición y lo que somos frente a Dios, dimensionar su amor como para morir por nosotros, y asimilar el costo de esta entrega, donde no sólo dio algo que tenía si no que se entregó a si mismo. Nuestro ego es un peligro constante para nosotros mismos, ya que nos impide ver el actuar de Dios en nuestras vidas, dando a entender que vemos cualquier crecimiento y logro por cualidades propias, y dejando de reconocer que los cambios que se han generado y los que Él seguirá haciendo son parte de esa transformación que partió al aceptar su muerte y resurrección como una muestra de amor incondicional, y que nos sigue preparando para estar una eternidad adorándole.
Señor, mira nuestros corazones y saca de ellos lo que no es grato a ti, perdónanos por cada vez que hemos anulado tu muerte haciéndola semejante a nuestras obras, reconocemos tú sacrificio por nosotros y queremos agradecer, que aún sin merecerlo, lo hicieras para salvarnos, sigue abriendo nuestros corazones para comprender la magnitud de tu entrega y amor, lo pedimos en tu nombre Jesús.
Amados, amadas que la gracia del Señor nos permita seguir: “Creando Puentes” de Gratitud en Cristo
Punto de reflexión
No perdamos el norte de lo que nos mueve en nuestro diario vivir, reflexionemos sobre nuestras verdaderas motivaciones de trabajar en la iglesia o de “mostrarnos buenos” en lo cotidiano, ¿Realmente estamos entregando lo que hemos recibido de Cristo?
Que el Señor te bendiga (Paulette Díaz)
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