12 de agosto 2023
Marcos 1:4 “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.”
El ministerio de Juan el Bautista como profeta, despertó un gran interés en el pueblo de Israel. Su mensaje era claro: el Mesías anunciado por los profetas de la antigüedad estaba a punto de aparecer, y todo aquel que quisiera formar parte de su reino, debía prepararse espiritualmente. Para ello, el primer requisito era el arrepentimiento, de lo que el bautismo de Juan era un símbolo.
Esto implicaba un cambio de mente y pensamiento, lo que coincidía con la necesidad de “volver a Dios” que muchos otros profetas ya habían anunciado en la antigüedad. Sin un verdadero arrepentimiento, no puede haber bendición de Dios.
Es incómodo, difícil, y a veces hasta peligroso plantearle a cualquier persona la necesidad de arrepentirse de sus pecados. Con frecuencia se sienten heridos en su orgullo y amor propio. Pero es imprescindible, para que pueda obtener la salvación.
Este arrepentimiento debe incluir tres elementos importantes:
· Entender la maldad del pecado como algo cometido contra Dios, y que por ende constituye una ofensa contra Él. (Salmo 51.4).
· Una profunda tristeza por los pecados cometidos. (2 Cor 7.10) y
· Un propósito serio de abandonar el pecado, y vivir una vida de santidad ante los ojos de Dios. (Lucas 3.8)
Imagine que está compartiendo el evangelio con un joven de nuestro tiempo y surge el tema del pecado. Usted le dice que, mantener relaciones sexuales fuera del ámbito del matrimonio es pecado. La respuesta más probable es, que para él eso no es pecado. Está claro que lo que este joven dice y lo que Dios ha dejado escrito en su Palabra son dos cosas distintas. Es más, se está colocando por encima de Dios al establecer lo que realmente es bueno y malo.
Por supuesto, queda claro que está muy lejos de confesar sus pecados, de hablar la misma cosa que Dios.
Otras personas optan por no enfrentarse tan abiertamente con Dios, sino que usan otras fórmulas: tratando de minimizar sus pecados. Seguro que ha escuchado hablar de las “mentiras piadosas”. Pero la mentira y la piedad no tienen nada en común. Otras personas excusan sus pecados echando la culpa de ellos a otras personas.
Pero cualquiera de todas estas opciones es grave, porque sin la confesión de nuestros pecados, es imposible el perdón.
Amados, amadas que la gracia del Señor nos permita seguir: “Creando Puentes” de arrepentimiento genuino, para el perdón de pecados.
Le propongo un Punto de reflexión
¿Se ha preguntado en que consiste la confesión de pecados? ¿Todavía hay pecados arraigados en su vida?
La esencia de la confesión del pecado implica ponernos de acuerdo con Dios, y afirmar que lo que Él dice acerca de nosotros es verdad, que somos pecadores.
Que el Señor le bendiga (María Guerrero)
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